Pasqualina Curcio Curcio*
Es trágico lo que la humanidad ha estado viviendo durante los dos últimos años, y no nos referimos solo a la llegada del Covid-19 a cada rincón del Planeta afectando la salud y la vida de 433.907.681 y 5.959.360, respectivamente (https://www.Worldmeter.info). Nos referimos sobre todo a las evidencias que este agente invisible ha puesto de manifiesto sobre el sistema económico que prevalece. En medio de la pandemia se han potenciado y acelerado las grandes desigualdades que caracterizan y son inherentes al sistema capitalista derivando en mayor pobreza, miseria y exclusión.
De acuerdo con el reciente informe de OXFAM titulado “Las desigualdades matan”, entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, la fortuna de las 10 personas más ricas del mundo se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99% de la población restante se han visto deteriorados. Desde el inicio de la pandemia ha surgido un nuevo milmillonario en el mundo cada 26 horas y actualmente, las desigualdades son tan pronunciadas como lo eran a finales del siglo XIX, hoy hay 163 millones de personas más en situación de pobreza, viviendo con menos de US$ 5,50 al día, que antes del 2020 (OXFAM, 2022).
Las mujeres hemos sido las más afectadas durante estos tiempos de pandemia. El año 2020, hemos perdido US$ 800.000 millones de ingresos y mientras el empleo de los hombres se recupera rápidamente, en 2021 había 13 millones menos de mujeres empleadas que en 2019.
En pandemia, las mujeres y las niñas hemos asumido los cuidados no remunerados que, según las estimaciones, ya ascendían antes de 2020 a 12.500 horas diarias. Adicionalmente, las trabajadoras del sector informal son las más afectadas por la pandemia ya que se enfrentan a lo que OXFAM denomina una “triple crisis”: la COVID-19, el incremento del trabajo de cuidados no remunerado, y la inseguridad y precariedad del trabajo remunerado (OXFAM, 2022, Da un paso decisivo contra la desigualdad).
Inseguridad y precariedad en el trabajo
En pandemia se destruyó el 4,2% del empleo de las mujeres, lo que representa una caída de 54 millones de trabajos frente al 3% de los hombres debido, principalmente, a las medidas de confinamiento, política sanitaria por excelencia para disminuir el contagio del Covid-19 que afectaron sobre todo a los sectores manufactureros y de servicios en los que trabajan en mayor proporción las mujeres, casi siempre de manera informal.
A nivel mundial, las mujeres trabajadoras perciben un salario 20% menor que los hombres. La calidad del empleo de las mujeres se ha visto aún más deteriorado en la pandemia en cuanto a menores salarios, mayor número de horas de trabajo diario, la exposición a riesgos de salud y seguridad en el trabajo, además de mayor riesgo de sufrir de violencia y acoso. Se estima que, a nivel mundial, alrededor de 740 millones de mujeres trabajan en la economía informal, por lo que, en pandemia, sus ingresos se redujeron 60%, lo que equivale a más de US$ 396.000 millones (OXFAM, 2022).
Nuestra América fue la región que experimentó la mayor disminución del empleo de las mujeres. Entre 2019 y 2020 cayó 9,4% versus el de los hombres que registró una caída de 7% (OIT, Avanzar en la reconstrucción con más equidad: Los derechos de las mujeres al trabajo y en el trabajo, en el centro de la recuperación de la COVID-19, 2021).
Violencia de género
Al menos 1 de cada 3 mujeres experimenta algún tipo de violencia a lo largo de su vida según los informes de OXFAM.
En pandemia, las políticas de confinamiento, así como otros factores relacionados con el estrés por la misma pandemia, como por ejemplo la situación económica en los hogares, el desempleo, el cierre de los servicios, el mayor trabajo de cuidados no remunerados, han contribuido al aumento de la violencia de género contra las mujeres.
Los asesinatos de mujeres han alcanzado cifras sin precedentes. Por ejemplo, según el informe de OXFAM, en Reino Unido los asesinatos de mujeres en un mes prácticamente triplican el promedio de dicho mes de la última década. En Israel, la tasa de feminicidios aumentó un tercio.
El trabajo invisible de las mujeres: el cuidado no remunerado
Las mujeres, a nivel mundial, dedicamos 12.500 millones de horas diarias al trabajo doméstico no remunerado, lo que equivale a decir que 1.500 millones de personas (el 20% de la población mundial) trabajan una jornada de 8 horas sin que se les remunere (OXFAM, 2022). El trabajo doméstico no remunerado se estima en 10.800 millones de dólares anuales, aproximadamente el 13% del PIB mundial.
La pandemia, aunque ha visibilizado el esfuerzo y tiempo que implica el trabajo doméstico, también lo ha potenciado recayendo principal y desproporcionadamente sobre las mujeres. El cierre de las escuelas y de servicios de atención y cuidado, así como el hecho de tener que permanecer confinados ha incrementado el trabajo en los hogares y el cuido de niños y personas enfermas o con discapacidad.
En el estudio mencionado de OXFAM, más de la mitad de las mujeres encuestadas afirma que están dedicando más tiempo al trabajo doméstico no remunerado durante la pandemia; el 43% de las mujeres manifestó sentirse con “mayores niveles de ansiedad, depresión, sobrecarga de trabajo, aislamiento o enfermedades físicas por el mayor volumen de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que recae sobre ellas desde que comenzó la pandemia”.
La salud de las mujeres en pandemia
Un fenómeno que se está observando, y de gran preocupación, son los efectos colaterales de la pandemia en lo que a la salud/enfermedad se refiere y donde las mujeres están siendo las más afectadas. Los recursos y la atención se han centrado estos 2 últimos años en la prevención, vacunación, atención y tratamiento contra el covid-19, por lo que ha disminuido la atención de otras enfermedades.
Un ejemplo es el aumento de la tasa de incidencia del cáncer a nivel mundial, en particular el de mama. En 2020 el cáncer de mama pasó a ser la primera causa de muertes de mujeres sobrepasando al de pulmón. Durante ese primer año de pandemia, los casos de cáncer de seno aumentaron 11.7%: se registraron 2.260.000 y fallecieron 685.000 mujeres en ese año a causa de esta enfermedad. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, la pandemia agudizó la tardanza y falta de acceso a diagnósticos tempranos e interrumpió los tratamientos para el cáncer en más del 40% de los países, siendo los de menores ingresos los más afectados (https://news.un.org/es/story/2021/02/1487492).
Los hechos aquí mostrados son solo manifestaciones, potenciadas gracias a la pandemia, de la desigualdad que transversaliza el sistema capitalista que predomina en el mundo. Las propuestas de políticas orientadas a la igualdad para disminuir la exclusión de las mujeres, mejorar sus condiciones laborales, evitar la violencia de género y reconocer el trabajo doméstico no remunerado son de suma importancia, así como lo son las luchas de las mujeres por la igualdad de género. Sin embargo, hay una lucha que es central y que las mujeres debemos retomar con mucha fuerza. Es central porque es donde principalmente se originan esas grandes desigualdades, y es la lucha contra el propio sistema económico caracterizado por la apropiación del valor de la fuerza de trabajo, especialmente la de las mujeres. En la medida en que cambie el sistema económico y se haga cada vez menos desigual en cuanto a la distribución de la producción entre trabajo y capital, en esa medida las manifestaciones de la desigualdad hacia las mujeres serán también menor. De allí la importancia de reforzar también nuestra lucha contra el propio capitalismo reconociéndonos como
* Venezuela, GT Crisis y Economía Mundial, profesora titular de la Universidad Simón Bolívar, con varios libros publicados.