LA CRISIS Y LA PANDEMIA
Josefina Morales*
En nuestro país, como en casi todos, las mujeres somos la mayoría de la población, 55 millones, y la mayor parte de adultos mayores donde se registran 123.2 mujeres por cada 100 hombres en el grupo de 75 años y más, en un proceso general de envejecimiento de la población. Las mujeres se concentran en las entidades más pobladas: el estado de México, la Ciudad de México, Jalisco y Veracruz.
La formación pluricultural y pluriétnica se muestra también en el ámbito femenino: el 6.2% de las mujeres son hablantes de lenguas indígenas y 1.3 millones de mujeres, 2% del total, se auto adscriben como afromexicanas, con mayor número en Veracruz y Guerrero.
En el último trimestre del 2021, las mujeres ocupadas, 23.3 millones, disminuyeron significativamente su participación en el mercado de trabajo y representaron 40% de las 56.6 millones de personas ocupadas. De los 38.4 millones de trabajadores subordinados y remunerados las mujeres eran 15 millones; de los 2.4 millones no remunerados, más de la mitad (1.4) eran mujeres. En los micronegocios había 9.5 millones de mujeres, de un total de 23.2 millones de personas.
La percepción por ingreso exhibe la desigualdad de género. El 6.5% de las mujeres trabajadoras no recibe ingresos mientras el 5.2% de los trabajadores se encuentran en esta situación; el 30.8% de las mujeres trabajadoras obtiene hasta un salario mínimo, cuando el 19.8% de los hombres recibe este ingreso; y el 6.4% de las trabajadoras recibe más de tres salarios mínimos cuando el 10% de los trabajadores cobra este ingreso.
Las mujeres son fundamentales, indispensables, en el vivir cotidiano, en la cocina, el cuidado y el trabajo. La participación femenina en la cocina mexicana, una de las más importantes del mundo, constituye una tradición cultural. La contribución de las mujeres en la creación de nuestras artesanías de textiles, del barro y la cerámica es notable. Del padrón de artesanos del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FORNART) el 60% son adultos mayores, 70% de los cuales son mujeres. También la participación de las mujeres en la salud pública como parteras, chamanas o curanderas es ancestral.
Las mujeres, como se sabe y como se vive, llevamos en la pandemia la mayor carga de trabajo, precarización extrema en las condiciones de trabajo, menores salarios, mayor desempleo e informalidad, junto a la sobrecarga en los diversos trabajos de cuidado en el hogar que multiplicaron las diversas jornadas ya registradas.
La lucha de las mujeres contra la exclusión, la explotación, la dominación y la violencia y por el derecho a decidir sobre sus cuerpos, por el derecho al aborto, es más que centenaria y en el último medio siglo se ha convertido en uno de los movimientos sociales más importantes en cada país y en el mundo. Baste recordar las manifestaciones tumultuarias de mujeres en el año 2020.
En tiempos de pandemia las mujeres en el hogar enfrentamos, además de las “tareas propias de su sexo del hacer comida, recoger y lavar trastes, del lavar y planchar la ropa”, el teletrabajo para miles de nosotras, empezando por las que trabajan en el sector educativo, a lo que se suma la tarea de ayudar a los hijos en el estudio a distancia, por internet si hay en casa o por televisión, o por las dos; y el cuidado de los enfermos, en particular de adultos mayores -madres, padres y familiares. Como ya señalamos el año pasado al recoger un trabajo del Grupo de Trabajo Feminismo, resistencia y emancipación, las mujeres han sufrido los impactos más negativos de la pandemia al tiempo que su participación para enfrentarla ha sido extraordinaria e indispensable; se hizo evidente que el trabajo de cuidado es un trabajo por la vida. El trabajo de cuidado realizado por mujeres migrantes mexicanas en Estados Unidos y de otros países latinoamericanos en Europa, particularmente España, ha mostrado ser indispensable, vital, en tiempos de pandemia.
Y en tiempos de pandemia no desapareció el acoso, la agresión, la violencia contra las mujeres, que, en muchos casos se redobló en casa. Todo ello exhibe el patriarcado y la explotación sin fin de las mujeres con múltiples aristas cotidianas.
En nuestro país, la investigación sobre el feminismo y la lucha feminista tienen un largo camino desde los años setenta entre las que destacan los trabajos de Marcela Lagarde y Martha Lamas.
México: ni una más
En México, a las diversas formas de dominación y explotación de las mujeres descrita en los párrafos anteriores, se sobrepone la más violenta forma de dominación, el asesinato, el feminicidio. Fenómeno que empezó a hacerse visible desde 1993 cuando en Juárez, ciudad fronteriza con Estados Unidos, la búsqueda de jóvenes desaparecidas se encontró con los cadáveres del campo algodonero y fue creciente el asesinato de mujeres, de jóvenes trabajadoras en la maquila; y sobre el que se han escrito libros de obligatoria lectura. La búsqueda de miles de madres de sus hijas desaparecidas, “las buscadoras”, ha mostrado trágicamente el cementerio en que se ha convertido el territorio nacional.
De la información oficial publicada en 2020 en Violencia feminicida en México: aproximaciones y tendencias del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), de ONUMUJERES y de la Comisión Nacional para prevenir y erradicar la violencia (CONAVIM), recogemos algunos datos que pueden ilustrar el horror al que se enfrentan las mujeres en este país.
Entre 1990 y 2019 se registraron 56 517 feminicidios, 10.5 mujeres asesinadas cada día. Estadística en donde estúpidamente se clasifica si es feminicidio o un asesinato. En 2020, en plena pandemia, se registraron 3 723 feminicidios y 3 462 el año pasado.
Los feminicidios se realizan con una gran brutalidad y crueldad (mujeres estranguladas, ahorcadas, quemadas) y poco más de la mitad son ejecutados sobre mujeres entre 15 y 34 años, entre los cuáles también se registran infanticidios, asesinatos de niñas. Más de la mitad de los feminicidios se presentan en la vía pública, en la calle.
A esta violencia sin nombre se agrega la impunidad: entre 2015 y 2018 se registraron 5 389 mujeres víctimas de homicidio; 1 961 personas fueron procesadas por el delito de feminicidio y apenas 448 fueron sentenciadas por este delito, ¡menos del 10 por ciento!
El feminicidio no es el único delito que enfrentamos las mujeres, la violación es otro no menos grave, y el múltiple acoso. Entre 2012 y 2018 se denunció ante las autoridades, un promedio anual de alrededor de 15 000 delitos de violación; al menos 32 mujeres y niñas, en promedio, acudieron diariamente a denunciar este delito ante el Ministerio Público. Y el acoso se pone sobre la mesa en los niveles medios y superior del sector educativo.
El movimiento feminista en México adquirió dimensión internacional con la multitudinaria manifestación del 8 de marzo de 2020. Y hay múltiples expresiones artísticas en las plazas públicas, en el teatro, en la poesía, en la canción. Vivir Quintana con Canción sin miedo expresa la fuerza, el dolor, la rabia de esta lucha sin fin: Que tiemble el Estado, los cielos, las calles, / que tiemblen los jueces y los judiciales / hoy a las mujeres nos quitan la calma / nos sembraron miedo / nos crecieron alas / A cada minuto de cada semana / nos roban amigas nos matan hermanas / destrozan sus cuerpos / nos desaparecen / ¡No olvide sus nombres / por favor, señor presidente!
* México, GT Crisis y Economía Mundial, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, presidenta de SEPLA.